Comportamiento antisocial o disruptivo asociado a la delincuencia

Delincuencia en edades cada vez más tempranas

Numerosas investigaciones y estadísticas realizadas nos indican del aumento considerado de delincuencia en jóvenes a nivel mundial, parece ser que hay una correlación existente entre el comportamiento disruptivo o antisocial y el hecho de cometer un delito o agresión.

Entre los factores influyentes que ocasionan conductas antisociales en edades tempranas, el ambiente es una de las principales causas, en él destacan tres contextos cruciales: la familia, la escuela y los amigos.

La Familia

La disciplina mal llevada o deficiente contribuye al desarrollo de la conducta antisocial directamente al no aplicar métodos efectivos, ni definiciones claras, e indirectamente modelando modos agresivos de resolución de problemas.

La educación de los padres es un pilar fundamental sobre todo en los primeros años, puesto que influye enormemente en su personalidad,en esta primera etapa es donde los niños aprenden valores, actitudes y creencias.

Muy importante los estilos disciplinarios en parentalidad:

Estilo disciplinario liado

Sobre-inclusivos, demasiadas instrucciones al mismo tiempo y mal dadas, no ignoran ni lo más trivial en conductas excesivas, suelen amenazar y castigar ineficazmente.

Estilo disciplinario laxo

Infra-exclusivos en definir la conducta del niño como antisocial, pasan más de todo, castigan pocas veces y a destiempo.

Parentalidad positiva

Más afecto por parte de los padres, más atención, no estar encima de ellos pero si, preocuparse por sus inquietudes, gustos e intereses, reconocerles sus méritos y apoyarles, hacerles saber el cumplimiento de las normas y ser firmes.

Supervisión

Muy importante la supervisión, saber dónde están, en el ambiente dónde se mueven cuando están fuera de casa.

Resolución de problemas y conflictos

Lo más importante saber solventar conflictos y problemas, los procesos cognitivos son fundamentales para la comprensión y resolución de estos conflictos interpersonales, porque tener pocas habilidades en resolver conflictos ocasionará más nervios,estrés y por lo tanto más peleas y discusiones.

Algunos estudios indican que los adolescentes que informan de unas relaciones más estrechas con sus padres muestran mejor ajuste psicosocial y menores tasas de problemas conductuales (Steinberg, 1991).

Existen padres sobreprotectores, y otros que tienen un patrón inconsistente entre lo que expresan verbalmente y lo que dicen en sus acciones. Otros son agresivos, incapaces de ver y calmar el estrés del niño, también padres que los etiquetan por todo a sus hijos y no los valoran en sus acciones positivas.

En definitiva “cualquier esfuerzo para mejorar la calidad de las relaciones establecidas entre los miembros de la familia contribuirá al desarrollo de un adecuado clima familiar, y este a su vez favorecerá la adaptación de los hijos a dicho contexto” (Triana y Simón, 1994).

La escuela

Es otro de los principales predictores, gran agente socializador, donde los niños establecen nuevas relaciones fuera de su entorno normal, aprenden comportamientos y normas, el éxito en ella y sentirse aceptado por los iguales es uno de los preventivos, también es cierto que abandonar la escuela, el absentismo o fracasar en los estudios opera justo en sentido contrario siendo facilitador de la conducta antisocial y delictiva.

El grupo de iguales

Los amigos otro de los predictores de riesgo influyente, tienen un papel fundamental. Tener amigos antisociales de alguna manera te lleva a imitarles para poderte integrar y que te acepten en el grupo. Es una forma de sentirte aceptado y apoyado emocionalmente.

Otros factores determinantes

Hiperactividad, déficit de atención, impulsividad y toma de riesgos

Tanto la presencia de problemas de hiperactividad como de trastornos de conducta en la infancia, tienen un fuerte poder predictivo sobre la aparición posterior de trastorno antisocial de la personalidad y problemas de delincuencia en la etapa adulta. ( Simonoff, Elander, Holmshaw, Pickles, Murray y Rutter,2004).

Ansiedad y depresión

Los factores de riesgo emocionales afectarían más a las niñas que a los niños para el incremento de la conducta antisocial, encontrando también dichas diferencias para los factores de riesgo familiares(Smith, 2002).

Variables de personalidad

Impulsividad, baja autoestima, búsqueda de sensaciones, poca empatía, hostilidad,etc.

Actitudes y creencias

La deshonestidad, las actitudes y creencias normativas y las actitudes favorables a la violencia han sido relacionadas como predictores de violencia posterior (Elliot, 1994).

Maltrato y abuso infantil

Se han llevado a cabo estudios que se centran en el maltrato infantil como un factor de riesgo en el posterior desarrollo de las conductas antisociales. Estos maltratos infantiles, presentan consecuencias que se traducen en fracaso escolar, estilos de vida inadaptados, relacionados con comportamientos violentos hacia su entorno, incluido posteriormente, sus propios hijos (Serbin y Karp 2004).

Intervención

Necesario realizar un programa de intervención para la prevención de conductas en las primeras manifestaciones. Una intervención integradora socioeducativa y psicológica que permita incidir en variables como:
Control parental positivo, comunicación bidireccional, afectividad y apoyo para un desarrollo equilibrado.

También indicar que a la hora de realizar programas preventivos, importante tener en cuenta el hecho multifactorial y, por ello sustentarse en modelos integrales teniendo en cuenta todas las variables causales.

En este sentido destacando la relevancia del desarrollo social en edades tempranas, estructurar estrategias, entrenamiento en habilidades de interacción social, programas cognitivos-conductuales que integren: pensamiento, emociones y conducta además de resolución de problemas interpersonales, desarrollo de valores y actitudes positivas. En definitiva un programa de mejora de resultados que aborde múltiples procesos socio-cognitivos.
La Intervención a nivel individual será mucho más efectiva si se tienen en cuenta todos los escenarios donde los jóvenes se mueven en nuestras sociedades.

Referencias

Serbin, L. y Karp, J. (2004). The intergenerational transfer of psychosocial
risk: mediators of vulnerability and resilience. Annual Review of Psy chology,5
Steinberg, I,. (1991). Parent-adolescent relations. En R.M. Lerner, A.C. Petersen 6r. J. Brooks-Gunn (Eds.), Etzcyclopedia of adolesceace (pp. 724-728). New York: Garland Publishing, INC.
Triana, B. y Simónª I. (1994) La familia vista por los hijos. Contexto y desarrollo social. Madrid, Síntesis, 271-303.

Pilar Solaz (Psicóloga)
Experta en psicología infantil, conducta y desarrollo en niños.
Experta en contextos familiares.
Master en psicología del comportamiento.
Colaboradora de Calma al mar (Valencia).

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