¿Qué dice tu actitud sobre tu flexibilidad?

La flexibilidad es una virtud bien considerada en la sociedad actual ya que se entiende como un “dejarse llevar”. En realidad es una condición conveniente para conseguir el desarrollo de otras virtudes. Para ser  flexible es necesario tener criterios y saber reflexionar para relacionar la actividad cotidiana con ellos. Está relacionado con las habilidades sociales.

Puedes comportarte con flexibilidad  de acuerdo con la naturaleza de la situación, pues en caso de que los elementos de la situación sean opinables, la flexibilidad se refiere a nuestra disposición y capacidad de considerar provisional tu punto de vista, llegando a matizar o cambiar dicha opinión.

Asimismo cuando se trata de la verdad objetiva, no cabe matización o cambio en la propia opinión, aunque sí una mejor expresión de ésta, pues a veces existe bastante diferencia entre la verdad y la expresión que de ella se ha hecho, precisamente por las limitaciones humanas. En este sentido, es primordial como requisito previo para que desarrolles la virtud de la flexibilidad, saber cuáles son los criterios permanentes que rigen en tu propia vida y cuáles son los aspectos opinables, provisionales.

Lo cierto es, que es bastante normal encontrarnos con personas que se consideran capacitadas para mantenerse firmes en sus criterios, o con personas que creen que es un valor positivo no ser firme; “tener la mente abierta” independientemente de la naturaleza del contenido.

En el ámbito personal,  tú entiendes que debes ser leal a ti mismo, a los principales valores de tu vida; sin embargo también se trata de que seas leal a los valores implícitos, por ejemplo en el vínculo de la amistad. Es aquí donde encontrarás  la dificultad de hallar el procedimiento adecuado para tratar con amigos, pues entiendes que no debes traicionar estos valores permanentes, pero a la vez, no querrás perder la amistad por falta de flexibilidad. ¿Alguna vez te ha pasado?

La flexibilidad te ayuda a adaptar el comportamiento con agilidad a las tus circunstancias. Si tú eres una persona con flexibilidad, harás uso de ella para, por ejemplo, abandonar la conversación cuando encuentres que el sujeto con quien estás hablando, tiene una capacidad superior de razonamiento que te puede influir negativamente, pero si crees que podrías ayudar a la otra persona a mejorar, probablemente tratarás de buscar el adecuado procedimiento para hacerlo.

La flexibilidad necesita que escuches,  pero no sólo palabras, sino que escuches a la persona tratando de entrever lo que hay detrás.

Cada circunstancia que se te presente es una oportunidad para que aprendas algo, de tratar de ser flexible aunque carezcas de experiencia en este ámbito y del mismo modo, de que puedas cometer un error y rectifiques para tratar de adoptar una postura más flexible, valorando diferentes aspectos que se te puedan estar dando, que quizá no habías tenido en cuenta. Ser flexible no significa que te dejes llevar, sino todo lo contrario. Quiere decir que aprendas a decir que sí y a decir que no en el momento oportuno. Y, por lo demás, que estés abierto al proceso de mejora que existe en la multitud de ocasiones que te van surgiendo todos los días. ¿Y tú, quieres ser flexible?

Colaboradora del Centro de Psicología Calma Al Mar, en Valencia

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