Neuroqwerty: La ciencia ficción ya es una realidad

 

¿Recuerdas aquellas novelas, películas o series de temática futurista que ubicaban el presente en la fecha datada del 2020? Actualmente estamos en ese futuro, lo que hoy es nuestro presente. Muchas de esas obras exageraron su visión futurista, pero muchas otras no se han ido tan lejos de la realidad. Nuestro avance tecnológico se ha relatado en forma de dispositivos móviles y tecnologías que mejoran nuestra conexión a la red, donde ahora todos estamos sumergidos. Esa red hace que tu “yo” real se encuentre informatizado en forma de un “fantasma” virtual, que extrapola tu verdadero “yo” como si del mundo de “Matrix” se tratase, similar a una idea platónica de nuestra propia sombra.

Parece ser que series como “Black Mirror” no escapan tanto de la realidad cuando nos hablan de la peligrosa evolución de estas nuevas tecnologías. Como bien sabrás, cada vez son más conocidas las consecuencias perjudiciales del uso cotidiano de los medios tecnológicos, como el móvil o el ordenador. Lo que se ha ideado y creado con la finalidad de ser nuestro mejor aliado, a veces puede ser un potencial enemigo si no se es consciente de sus efectos perjudiciales y se actúe en consideración a los mismos. Éstos pueden ser muchos: actualmente se subraya notablemente el peligro del robo de identidad a manos de hackers, estafas y robos online, uso de los datos personales con fines delictivos… Sin embargo, también encontramos consecuencias negativas en nuestra salud: adicción a las nuevas tecnologías, juego online, videojuegos, sedentarismo, afectación a nivel ocular y muscular, alteraciones de los ritmos circadianos, efectos en las relaciones sociales, percepciones personales y, desgraciadamente, un largo etcétera.

En ese aspecto, no debes pensar que todas las consecuencias son negativas. Aunque pretendamos negar su existencia, el mundo virtual y su presencia en nuestras vidas es una realidad, por lo que múltiples disciplinas científicas trabajan para utilizar estos medios a nuestro favor. En 2013 comenzó un proyecto multidisciplinar liderado por el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) en coordinación con equipos científicos españoles que ha desarrollado un software informático denominado “Neuroqwerty”. Este proyecto ha sido galardonado con el primer premio y una medalla de oro en la Cumbre Mundial de Jóvenes Científicos de Singapur, en la que participaban más de 300 jóvenes científicos.

El término “qwerty” es un concepto cotidiano en nuestras vidas. Todos los días trabajas con él, aunque no seas del todo consciente de su presencia. Es la distribución del teclado que empleamos en los aparatos de tecnología para escribir diariamente. Éste se creó originalmente a partir la lengua inglesa y dependiendo del idioma puede variar ligeramente su disposición. Si te fijas, la primera fila de letras comenzando por la izquierda forma esta pseudopalabra (que consta en sí misma el concepto de esta colocación de letras). Este sistema fue ideado para la cómoda y veloz escritura en un teclado de ordenador, ahora también presente en todos los smartphones.

Debido a la invasión de los dispositivos electrónicos y el sistema qwerty nuestra forma de escribir ha cambiado, alterando nuestra manera comunicarnos de manera fundamental. Y en este hecho se basa el programa de “Neuroqwerty”. Anteriormente, la disciplina de la Psicología denominada “Grafología” empleaba nuestra escritura para analizar patrones y cambios de personalidad y conducta, actualmente el “Neuroqwerty” ha reemplazado dicha labor a través de nuestro análisis cognitivo y cerebral mediante el uso del sistema qwerty en nuestros teclados. Entonces, podríamos considerar que el “Neuroqwerty” es la evolución de la “Grafología” sustenta a nuestra evolución tecnológica, comunicativa y científica.

Y ahora que habéis leído toda la contextualización del concepto, os estaréis preguntando: ¿qué es el “Neuroqwerty”?


¿Qué es el Neuroqwerty?

Como se acaba de comentar, el software Neuroqwerty es un proyecto multidisciplinar e internacional liderado por el MIT, y con el Servicio de Neurología y el Instituto de Investigación i+12 del Hospital Universitario de 12 de Octubre, como principales colaboradores. Este trabajo conjunto ha resultado en un software informático disponible para las plataformas de Smartphone, Tablet u ordenador.

Su principal objetivo es el registro de patrones sobre las habilidades motrices del usuario a través del teclado qwerty y su posterior análisis a través del programa. La principal muestra poblacional son las personas con un alto riesgo de padecer Párkinson. Este programa es capaz de detectar los cambios en el manejo de estos dispositivos, proporcionando información biomédica del paciente a través de las variaciones que se desvían del patrón normativo de pulsaciones durante su uso cotidiano.


¿Cómo funciona el Neuroqwerty?

Es increíble pensar que la forma en la que tecleamos o pulsamos una pantalla puede ser una ventana para visualizar nuestro funcionamiento cerebral. Algo tan simple y cotidiano que realizamos todos los días puede darnos más información sobre nosotros mismos de la que podíamos llegar a pensar.

Aunque sea un acto tan breve y mecánico, en su práctica empleamos a la vez 4 zonas del cerebro que nos permiten llevarlo a cabo: la corteza motora primaria, el área motora suplementaria, los ganglios basales y el cerebelo.

«Pensamos que esta era una oportunidad única para tener una ventana al cerebro utilizando sus interacciones normales con un dispositivo electrónico», dice Sánchez-Ferro. Y no es para menos. Para iniciar el movimiento empleado en la pulsación de un dispositivo, la corteza motora primaria envía señales a través de regiones cerebrales (área motora suplementaria, cerebelo y ganglios basales). Así, estas áreas activan las neuronas espinales que estimulan los músculos necesarios para ejecutar el movimiento.

Esta capacidad motriz puede verse influida por factores como la falta de sueño, que reduce la destreza motora. En el desarrollo de Neuroqwerty tuvieron que tenerse en cuenta esta clase de factores para que el algoritmo pudiese discriminar los cambios de pulsación relativos a estados normativos o patológicos.

Como resultado, se ha creado un software dotado de inteligencia artificial capaz de analizar la actividad motora del usuario que lo emplea, utilizando la huella biométrica como unidad. La huella biométrica consta de diversos parámetros que la hacen única en sí mismo: la velocidad del tecleo, la repetición de errores, la fuerza de la pulsación, la velocidad de liberación de la tecla una vez pulsada, la latencia de desplazamiento hasta otra tecla y el modo de pulsar la tecla con la yema del dedo.

Estudios neurobiológicos sobre la pulsación en aparatos tecnológicos han mostrado que todo el proceso no dura más de 100 milisegundos, de los cuales el 77% se emplea para la liberación de la tecla. «Es la métrica más robusta e independiente de tus habilidades previas de tecleo», dice el neurólogo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Álvaro Sánchez. Por lo que esta variable se consideraría la más óptima como cerrojo para entrar a los mecanismos motores de tu cerebro.

 


¿Aplicaciones clínicas?

Y entonces, ¿cómo puede servirnos este sistema para la detección de enfermedades neurodegenerativas?

En definitiva, el software Neuroqwerty registra las pulsaciones en el teclado y analiza los cambios que puedan indicar un deterioro en las habilidades psicomotoras. Esto significa que la detección del deterioro de las habilidades motoras puede ser determinante en el diagnóstico de enfermedades neurológicas que ven esta función afectada, como lo es el Párkinson. El deterioro producido por esta enfermedad comienza a relatarse en nuestro cerebro mucho antes de la aparición de los primeros síntomas, por lo que este proyecto trabaja para conseguir detectar estos cambios a nivel cerebral hasta 10 años antes de que se produzcan estos síntomas.

Cabe destacar, que este programa puede servir de soporte a los tratamientos farmológicos empleados para el Párkinson. Al comunicar los cambios producidos por los medicamentos que consumen los enfermos es posible analizar la progresión de la intervención farmacológica.

«Ahora nos centramos en el Párkinson porque es una enfermedad de mucho impacto, pero neuroQWERTY podría servir para cualquier enfermedad o situación donde se presente una alteración motora», recuerda Sánchez

Actualmente esta enfermedad es el principal objetivo del programa. Sin embargo, en un futuro podrá ser un medio de detección temprana de cualquier enfermedad neurodegenerativa que afecte a la capacidad motora, como el Alzheimer o la artritis reumatoide. Esto significa que junto al avance de la farmacología de las enfermedades neurodegenerativas, la evolución de este programa puede ayudar a ralentizar o incluso frenar el avance de estas patologías. Aunque no debemos esperarnos tanto para hallar los logros de estos científicos. El mero hecho de conseguir diagnosticar la enfermedad antes de su aparición nos permitirá actuar velozmente con los tratamientos neuroprotectores ya presentes.

En conclusión, si esta propuesta tiene el éxito expentante se conseguiría: mejorar el diagnóstico y el tratamiento de estos pacientes, aumentar la esperanza y la calidad de vida, reducir la probabilidad de síntomas comórbidos (como las fracturas de cadera) y el número de ingresos en centros médicos.


¿Aplicaciones criminológicas?

Como has leído, el Neuroqwerty puede ser una gran herramienta con fines médicos, sin embargo, también con fines criminalísticos. Esta acción tan automatizada que realizamos todos los días como es el teclear en nuestro móvil u ordenador, podría pronosticar que estamos a punto de cometer un delito.

En el ámbito de la criminología, la formulación de sospechosos y confirmación de culpables ha empleado diversos métodos policiales a lo largo de su evolución. El primer gran cambio fue producido a través del registro de las huellas dactilares. Posteriormente, el análisis del ADN aumentó la fiabilidad de la detección de delincuentes en la escena de un crimen. Actualmente estamos presenciando el siguiente paso… El Neuroqwerty. Al igual que la singularidad de la huella dactilar y el ADN, también lo es nuestra huella biométrica, por lo tanto, su patrón es único en cada uno de nosotros. Cuando el programa ha conseguido los suficientes datos para calcular una constante, cualquier cambio de patrón puede albergar muchos significados: que estamos cansados, enfermos, nerviosos, excitados… O que no somos nosotros, entonces, alguien está supliendo tu identidad. Esto supondría una gran mejora en la seguridad personal de los usuarios de internet. Sin embargo hay que resaltar el hecho de que el programa sólo analiza las pulsaciones de las teclas, sin capturar el contenido de lo que se está escribiendo, lo que constituiría una violación de la intimidad ajena.

Pero no sólo eso, si el programa es capaz de detectar tus cambios emocionales y reacciones fisiológicas (como el estrés o la ansiedad) podría avisarnos de la producción de un delito con antelación. Os pongo un ejemplo, en la novela de suspense «No soy un Monstruo» de Carme Chaparro, dos de los personajes deben conseguir la huella del teclado de cientos de simpatizantes yihadistas que se comunican a través de foros online, para poder detectar si están a punto de inmolarse y poder evitarlo a tiempo. Por lo que el Neuroqwerty nos permitiría hacer de la ficción una realidad.

Y llegando más allá, la película de Steven Spielberg «Minority Report» con distintos métodos, alcanza los mismos fines que busca el Neuroqwerty: adelantarse a los crímenes antes de que estos sucedan. Con el Neuroqwerty no necesitamos ver el futuro, nos basta con poder analizar el presente. Por esto, lo hemos conseguido, hemos hecho de la ciencia ficción una realidad.

Actualmente el software de Neuroqwerty no está disponible para el público general. Si te interesa puedes estar atento al nuevo comienzo de otra investigación para probarlo «con tus propios dedos». Aquí dejo el link para los más curiosos.

https://neuroqwerty.mit.edu/contact

 


Amparo L. Luján Barrera
Biopsicóloga - Neurocientífica

Colaboradora del Centro de Psicología «Calma al Mar», Valencia


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