El efecto espectador como archienemigo de la conducta heroica

¿Tienes madera de héroe?

Hoy en día hay una creciente cantidad de largometrajes basados en las historias ficticias de personajes que albergan super-poderes y con ellos salvan una innumerable cantidad de vida e incluso el mundo entero. La definición de esos superhéroes se reducen a personas que tienen los medios o las capacidades para realizar tales actos heroicos. Sin embargo te invito a reflexionar…

¿Si poseyeses tales super-poderes u otras cualidades físicas o psíquicas suprahumanas… Crees que podrías ser un superhéroe como los de las

películas? ¿Sólo se diferencian de personas corrientes como tú aquellos aspectos fantasiosos o también los psicológicos? Entonces debes empezar planteándote:

  1. Cuál sería tu reacción ante una situación de emergencia o ayuda social
  2. Cómo se pondría en práctica tu ética personal de responsabilidad social para ayudar a otra(s) persona(s)

Aunque no todos los condicionantes para ser un héroe nacerían de uno mismo, sino como en casi todos los planteamientos de psicología, también repercute otro factor… el entorno.

Es lo que se explica en diferentes cursos online de bullying que puedes encontrar en internet.

 

Observando la dura realidad

En 1964 en Nueva York tuvo lugar el asesinato de una joven camarera llamada Kitty Genovese. De madrugada, tras finalizar el trayecto de vuelta a casa, Kitty fue víctima de agresión y violación en frente de la puerta de su casa. Este desagradable episodio tuvo lugar en un barrio residencial durante 30-40 minutos, donde a pesar de todos los ruidos provenientes de los gritos, forcejeos y golpes, nadie acudió en la ayuda de Kitty. Sin embargo, las declaraciones de los vecinos a la policía muestran que muchas personas presenciaron su asesinato. Aunque fuese de forma indirecta, eran conscientes de lo que estaba ocurriendo en su misma calle.

Mirando a través de la lupa de la ciencia

El homicidio de Kitty Genoves despertó el interés de la Psicología social por los testigos que no fueron capaces de reaccionar ante tal crimen. En 1968, John Darley y Bibb Latané realizaron un estudio en la Universidad de Columbia sobre este efecto:

  • Un participante se encontraba solo en una habitación y se le presentaba una encuesta para que la cumplimentase. Al poco tiempo, un leve humo comenzaba a filtrarse por la habitación. Cuando se comparaba la latencia de respuesta en el reporte del humo cuando la condición del experimento era de una persona en contraposición a un grupo, ésta era mucho más corta.
  • En otro experimento se aislaban a sujetos en habitaciones individuales mientras se llevaba a cabo un debate a través de interfonos. Los debates se realizaban entre 2, 3 o 5 personas. Uno de los participantes avisaba con anterioridad que en situaciones de estrés podía sufrir ataques epilépticos. A los minutos éste daba signos fisiológicos de comenzar un ataque. La intención de los psicólogos era observar cuántos participantes prestarían ayuda: En la condición de 2 participantes el 85% ayudaban con una media de reacción de 52 segundos; en la condición de 3 participantes fue el 62% con una media de 93 segundos; mientras que la condición de 5 participantes ayudó el 31% con una media de 166 segundos.

Estos psicólogos sociales pudieron confirmar la hipótesis de sus experimentos: Cuantas más personas hay presentes existe una menor probabilidad de que alguna preste su ayuda.

 

«El efecto espectador»

Audiencia, Retroiluminado, Banda, Batalla, Concierto

Este efecto sociológico descrito por la Psicología Social se apellida «espectador» debido a la reacción psicológica que genera en las personas en contextos de ayuda social. Este fenómeno hace referencia a la difusión de la responsabilidad presente en los individuos que son testigos de un crimen al no ofrecer ayuda alguna a las víctimas cuando hay otras personas presentes. Es decir, la intervención de una persona en una situación de emergencia es inversamente proporcional a la cantidad de personas que hay alrededor. 

En estas circunstancias el ser humano entra en conflicto: entre sus temores y sus normas éticas y morales. Nuestra naturaleza gregaria choca contra nuestro instinto de supervivencia individualista.

Se debe ayudar a la víctima, pero la persona que debe hacerlo encuentra suficientes razones lógicas e irracionales para no hacerlo: miedo al daño físico, rechazo en la participación de procesos policiales, la vergüenza pública y otros peligros que no se prevén. Estos factores debilitan las normas éticas no escritas sobre la ayuda social en situaciones críticas.

Otro factor fundamental que influye en este fenómeno es la consideración de que al ser parte de un grupo (los espectadores) no se sabe si otra persona ha comenzado a realizar algún tipo de conducta de ayuda

. Por lo que la responsabilidad de socorrer a la(s) víctima(s) se diluye entre todos los observadores.

Debido a este hecho la culpabilidad también se diluye entre el número de personas presentes, ya que al ser desconocedores de las intenciones y reacciones del resto se tiende a pensar que alguien ya ha tratado de realizar alguna acción en consideración a la situación, y éste es un argumento que elude la responsabilidad personal, dado que todos podrían haber «hecho algo». Esto se relaciona con la separación entre el comportamiento moral del individuo y de sus expectativas de castigo/recompensa.

La expresión cotidiana del «efecto espectador»

Este comportamiento social se da con mucha frecuencia en nuestra vida cotidiana. Este fenómeno asociado a escenarios trágicos afecta en dos factores fundamentales: el tiempo y la frecuencia de reacción en la respuesta de las personas presentes.

El efecto espectador es una cruel realidad, pero realidad al fin y al cabo. Se puede encontrar en problemas tan comunes como el «bullying» o el «mobbing», cuyas víctimas comparten las mismas características diferenciándose en su contexto: El ámbito escolar y el medio laboral, respectivamente.

En estos casos una persona está siendo la víctima de acoso escolar por parte de otra persona o grupo, mientras que las personas que lo presencian evadiendo la situación o la responsabilidad de defender la integridad y el bienestar de la víctima dentro del grupo están siendo «víctimas» del efecto espectador. Y más complicado es cuando este trato injusto ocurre por parte de la misma organización (hablando en términos puramente laborales) debido a las condiciones laborales o el abuso de poder. Habiendo en estos casos más de una víctima.

 

El efecto espectador y las nuevas tecnologías

«La ciencia nunca resuelve un problema sin crear otros 10 más» George Bernard Shaw

A veces no todas las consecuencias de los grandes inventos son positivas. Que se lo digan a Robert Oppenheimer. Y en este caso las nuevas tecnologías no ocupan un buen lugar (como en tantos otros aspectos). La llegada de las redes sociales han multiplicado la presencia de este fenómeno social en nuestras vidas. Permíteme poner unos ejemplos:

  • En el festival de música Mad Cool de 2017 falleció un acróbata mientras los asistentes grabaron dicho suceso con su móvil para colgarlo en internet. El cual fue ampliamente criticado en las redes.
  • El caso de Akbar Ali se desangró en plena calle mientras los transeúntes observaban o grababan con su teléfono móvil sin realizar ningún acto de socorro.
  • En 2017 se produjo un fatal accidente de coche protagonizado por dos ex-concursantes de un reality show llamado «Doble Tentación». La noticia generó mucho impacto mediático debido a la gravedad de las quemaduras de las víctimas debido a la irresponsabilidad de los testigos más tempranos que, en lugar de socorrerlos en primer momento, se limitaron a grabarlos en vídeo.
  • Un gran ejemplo es el escenificado en la Rambla de Barcelona en 2017 durante el atentado que dio lugar en esta ciudad, donde se viralizó el suceso a través de los vídeos compartidos por las redes en los cuales aparecían las víctimas de la catástrofe.

La pasividad de los espectadores engendrada en el seno de estas noticias se ha reducido en consecuencia de los aparatos de telefonía móvil y su difusión mediática por las redes. Los espectadores no dudan en grabar y compartir los hechos, reaccionando a la cruda realidad que se les presenta pero desligándose de la misma, insensibilizando más si cabe las posibles respuestas de ayuda y socorro a las personas que lo necesitan. En estos casos parece ser más importante para los espectadores la transmisión y el carácter informativo de los hechos que la seguridad de las víctimas.

 

Conclusión

El efecto espectador es un factor imprescindible cuando tratamos de explicar la falta de responsabilidad social presente en los tiempos que corren. La gran cantidad de personas que nos rodean repercute en nuestro sentido de la responsabilidad y el deber, por lo que nuestra tendencia a la pasividad y la comodidad de la posición de «observador» genera una distancia prudencial de las situaciones en las que podríamos colaborar para crear un mejor resultado.

Este hecho no sólo afecta a terceros, sino a nosotros mismos. Como puede verse las problemáticas que nos afectan a nosotros, y no sólo a las víctimas de crímenes y accidentes, como las desigualdades sociales, problemas políticos, laborales y económicos… No somos capaces de defender a otros, pero en consecuencia, tampoco lo somos de protegernos a nosotros mismos.

En este aspecto no sólo se demuestra una falta de responsabilidad social, sino también de empatía, proceso psicológico que se ve mermado cuando se observa la desgracia a través de una pantalla aunque nos encontremos presentes. Si reaccionamos así, ¿cómo no somos capaces de dar la vuelta a la situación? Podríamos haber sido nosotros las víctimas, y no nos gustaría ver a nuestro alrededor lo que se está exponiendo en este artículo.

Entonces, tras leer y reflexionar sobre este tema… ¿Existen los héroes? ¿Podrías ser tú uno?


Amparo L. Luján Barrera

Biopsicóloga y Neurocientífica

Colaboradora del Centro de Psicología «Calma al Mar», Valencia

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One Comment to El efecto espectador como archienemigo de la conducta heroica

  1. Silvestre dice:

    Me da mucha pena esto.

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