¿Qué estamos olvidando en el camino hacia la felicidad?

Continuamente buscamos la felicidad. Es el bien más preciado que podemos tener como individuos, sobre todo cuando hablamos de salud mental. De forma teórica la «felicidad» es un estado mental o psicológico estudiado por la Psicología Positiva desde perspectivas muy diferentes. Y a pesar de toda la dificultad que envuelve su definición teórica debido a todos los aspectos que debemos tener en cuenta para su estudio, la puesta en marcha resulta todavía más complicada.

¿Por qué es tan complicado? ¿Acaso hay una fórmula mágica para alcanzar la felicidad? Desde luego, no. No la hay. Hay cientos de factores internos y externos que influyen en su desarrollo y mantenimiento, ya que ser feliz casi podría considerarse una práctica. Alcanzar la felicidad no es como realizar un largo camino en el que cuando llegas ya has alcanzado la cima, es algo más complicado. Primero, no debemos caer en el error de que la felicidad es una constante. Ello implica que es imposible estar siempre felices, como cualquier estado de ánimo varía a lo largo del tiempo.

Ser feliz es sencillo de vivir y sentir, más que explicarlo y entenderlo. Muchas disciplinas del ámbito de la Psicología tratan de obtener la fórmula, que en sí, parece un reto imposible. Sin embargo, es la Psicología Positiva aquella que nos facilita una serie de consejos para ser feliz. Estos consejos nos permite recorrer con paso firme el camino hacia la felicidad.

«No hay un camino a la felicidad: la felicidad es el camino.» (frase budista)

De hecho, la biología está en nuestra contra: Te propongo un reto. Piensa en diferentes emociones positivas y negativas enumerándolas. Si lo haces, verás que es más fácil encontrar un mayor abanico de emociones negativas que positivas. En la escala de emociones básicas que describió Ekman encontramos miedo, ira, tristeza y asco (como negativas), sorpresa (como neutral o ambivalente) y alegría (como positiva). Además, por desgracia, nuestro cerebro (concretamente el hipocampo, nuestro centro neurológico encargado de albergar nuestras memorias) recuerda con mayor facilidad los acontecimientos negativos que los positivos. Este mecanismo que de forma irónica parecería, hablando en términos de felicidad, un centro de autocastigo tiene un sentido adaptativo. Nuestro instinto de supervivencia concibe de forma más indispensable acordarnos de aquellos acontecimientos que fueron negativos para nosotros con el objetivo de superarlos, atajarlos o evitarlos en el futuro. Sin embargo, cuando nuestros mecanismos ancestrales no son tan efectivos o indispensables, como sería en la actualidad, pueden ser un arma de doble filo. La evolución es lenta y ha repercutido en el desarrollo de una tendencia hacia la negatividad emocional.

Sin embargo, en nuestra mano está el trabajar contra esta tendencia natural de nuestro cerebro. Entonces, comenzamos por el principio. ¿Qué es la felicidad? Aunque sea difícil definirla, al igual que conseguirla, vamos a intentarlo.

«La felicidad es la finalidad última de la existencia humana» (Aristóteles)

| ¿Qué es la felicidad? |

Entendemos por felicidad el estado mental o emocional de bienestar caracterizado por emociones positivas o placentera. Dentro de este concepto se encuentra otro que acabamos de mencionar, resaltándo su presencia como «bienestar». Ampliando la perspectiva, éste se divide en dos aspectos: El bienestar hedónico y eudaimónico. El primero se refiere a los altos niveles de emociones positivas y bajos niveles de emociones negativas, además de la sensación de satisfacción con la propia vida. Mientras que el segundo alberga la autonomía, el significado vital, la vitalidad y los sentimientos de trascendencia. Estos constructos representan componentes adicionales de la salud mental más allá de mantener un estado emocional positivo.

Esta clasificación no se ha realizado de forma azarosa. Podríamos considerar que el concepto de felicidad se refiere a una expresión emocional subjetiva, que parte de las propias sensaciones y evaluaciones personales, mientras que el bienestar podría utilizarse como una medida objetiva, en lo que se refiere a una evaluación psicológica del estado de ánimo positivo de la persona y las características que lo fundamentan.  Con esto último reseñado como curiosidad, en la ciencia de la Psicología tendemos a evaluar la felicidad a través de las medidas de bienestar más que la medición de la felicidad per sé.

Para Campbell la felicidad es un estado emocional transitorio que es caracterizado por la alegría y el regocijo. Enfatiza que la alegría es una sensación de placer producido por la satisfacción de un deseo o por la previsión de una condición futura positiva y los porvenires que nos hacen llevar una vida positiva.

La felicidad favorece la recepción e interpretación positiva de los diversos estímulos ambientales. No es fugaz, como el placer, sino que pretende mantenerse dentro de una estavilidad emocional duradera. Este estado emocional favorece el rendimiento cognitivo, la solución de problemas, aumenta la creatividad, el aprendizahe y la memoria. Aunque estos sólo serían unos pocos de los beneficios de un «cerebro feliz» a nivel cognitivo. La persona feliz mantendría mayores índices de resiliencia, de afrontamiento emocional a las circunstancias vitales difíciles, menor índice de burn out en el trabajo, mayor seguridad en sí mismo para alcanzar sus retos, mejor salud… y un largo etcétera.

| La felicidad y su contexto |

Como emoción básica, la felicidad es algo que todos los seres del mundo sienten, sin embargo parece que dependiendo del raciocinio ésta emoción se conserva de forma más efímera. Cuando pensamos en un animal (un perro por ejemplo) podemos ver si éste está feliz, esa felicidad se ve influida por los estímulos y sensaciones del momento presente (su dueño está acariciándolo, está comiendo, tiene otros animales a su alrededor que despiertan su curiosidad…) y del contexto y las circunstancias (en general si tiene calidad de vida, está bien alimentado, está sano, recibe cariño de sus dueños…). En este caso, la felicidad sería una emoción más discreta y concreta, mientras que también estaría facilitada por ese bienestar generado de forma global y a largo plazo. Sin embargo, la estabilidad emocional generada en los humanos no es tan sencilla, se ven envueltos muchos patrones personales, emocionales, sociales y circunstanciales.

Como toda práctica, alcanzar el «dominio» de la felicidad requiere un entrenamiento y como ya hemos dicho, no es una tarea simple. En gran medida porque requiere de muchos factores personales como podría ser un análisis positivo de las vivencias, fortaleza emocional, alta autoestima… Todos sabemos que no son herramientas fáciles de mantener, desarrollar o crear. Además, en sí mismas son conceptos que indicarían un estadío final del proceso de construcción personal y emocional. Antes de llegar a la cumbre final, debemos tener preparado el terreno para comenzar el camino. ¿Cómo podrías hacer esto? La pirámide de Maslow nos será una gran ayuda para explicar esta evolución personal desde sus cimientos:

Esta pirámide se divide en diversos tipos de necesidades que de forma progresiva y escalonada el individuo debe ir cumpliendo para alcanzar la autorrealización personal. Esta teoría no está directamente relacionada con la cumbre de la «felicidad», sin embargo sí que es un proceso progresivo de desarrollo personal que facilita la «fabricación» y dominio de este estado, para poder perseverarlo a largo plazo. Por ejemplo, será difícil que seas feliz sin cubrir tus necesidades básicas, tener un hogar donde vivir o vínculos afectivos y sociales con otras personas. Por ello me gustaría resaltar con la exposición de esta teoría que es importante realizar un análisis de nuestra vida y comenzar por los elementos más básicos, ya que si nos falta algo vital y de extrema necesidad, difícil será alcanzar un estadio tan lejano de la autorrealización como puede ser el bienestar personal y la propia felicidad.

Esta pirámide refleja la teoría propuesta por el psicólogo Abraham Maslow. «La pirámide de Maslow» enuncia a través de esta gráfica piramidel la jerarquía de necesidades humanas y la forma de cumplirlas para poder ascender cada escala para alcanzar la siguiente. Está organizada desde su base desde las más básicas hasta las más complejas en su cima. Esta pirámide como puedes observar se divide en 5 niveles. Los 4 primeros se definen como necesidades de déficit, mientras que el quinto es una necesidad más abstracta y compleja, sujeta al individualismo personal de cada uno. A continuación voy a presentar un análisis detallado de cada escalón de forma ascendente:

  • Necesidades fisiológicas: Son el nivel inferior y más básico. Comprende las necesidades fisiológicas básicas y vitales para la supervivencia. Éstas se catalogan como básicas porque las demás son secundarias siempre que este nivel no se halle cubierto. Éstas son: respirar, beber agua, alimentarte, mantener la temperatura y el equilibrio homeostático del cuerpo, dormir, descansar y eliminar los desechos, evitar el dolor y la actividad sexual.
  • Necesidades de seguridad y protección: En este eslabón se agrupan las necesidades que toda persona requiere para preservar la seguridad y la protección de uno mismo. Éstas también son necesarias para vivir. Maslow considera éstas las necesidades más significativas: seguridad física y salud, empleo, ingresos monetarios y recursos, la ética, seguridad familiar y propiedad privada. 
  • Necesidades sociales (afiliación y afecto): Están relacionadas con las funciones de interacción y aceptación social. Se relaciona con la naturaleza humana y su necesidad de relacionarse, de formar parte de una comunidad. Las actividades más evidentes son: la asociación, participación, aceptación, relación amorosa, afectivas, la pertenencia o afiliación a un cierto grupo social.
  • Necesidades de estima o reconocimiento: Maslow considera que al satisfacer estas necesidades las personas sientes seguridad en sí mismas y peinsan que son valiosas dentro de la sociedad. Por el contrario cuando no son satisfechas nos sentimos inferiores y sin valor. Esta necesidad se divide en dos componentes:
    • Respeto a uno mismo: confianza, competencia, maestría, logros, independencia y libertad.
    • Respecto al resto: atención, aprecio, reconocimiento, reputación, estatus, dignidad, fama, gloria y hasta dominio. 
  • Necesidad de autorrealización personal: A través de la satisfacción de esta necesidad encontramos una justificación o un sentido válido de la vida. Este nivel se alcanza una vez se han alcanzado el resto. Los aspectos más importantes de este último eslabón sería: la espiritualidad, la moral, la búsqueda de una misión vital y el altruísmo. 

Querría que fueses conocedor de esta teoría, no pensando que es el camino final hacia la felicidad, sino para que tengas presente la cantidad de factores personales y circunstanciales que influyen para poder mantener este rasgo personal.

| Prácticas para ser felices |

En muchas ocasiones podemos utilizar libros de autoayuda, lectura de blogs (como podría ser en esta ocasión) o simplemente leer múltiples páginas webs sobre «cómo alcanzar la felicidad» o «cómo ser feliz». Los que ostentan mayor fiabilidad de estos recursos provienen de la Psicología Positiva. Esta perspectiva promulga por un cambio actitudinal y experiencial de uno mismo y la vida como principal «receta» para alcanzar esta meta.

En este caso vamos a darte una serie de consejos desde una perspectiva más moderna de la ciencia. A continuación, realizamos una lista específica desde una rama un poco más moderna de los estudios aplicados de la Psicología Positiva valiéndonos de los datos que nos otorga la Neurociencia sobre el estudio de nuestras emociones, en concreto, de la felicidad. Por lo tanto, presentamos una lista de prácticas para aplicar en tu vida con el objetivo de alcanzar un estado de bienestar o felicidad duradero según los estudios sobre «Neurofelicidad», es decir, aprobados biológicamente hablando.

  1. Cuida tu alimentación: Los alimentos tienen impacto en el estado de ánimo.
  2. Ejercicio físico: Ayuda a reducir los niveles de emociones negativas y estrés.
  3. Ser positivo: Esto implica tener una perspectiva positiva cuando afrontamos las dificultades diarias.
  4. Invertir en experiencias vitales: Realizar viajes o acontecimientos enriquecedores para uno mismo en contraposición al gasto inmediato en bienes más banales.
  5. Organización y planificación: Ser activo en la realización de tus objetivos planteándote un esquema a corto plazo y enfrentarte a ellos sin posponerlos demasiado.
  6. Recordar los buenos momentos y las personas cercanas: Como he comentado previamente, la mente tiende a recordar más los acontecimientos negativos que los positivos. Si autocontrolamos los pensamientos negativos y los transformamos en positivo podremos condicionar nuestra propia mente para tender al pensamiento positivo en lugar del negativo.
  7. Escuchar música: La ciencia ha demostrado que la música influye en nuestro estado anímico.
  8. Actos de amabilidad y altruismo: Ha sido demostrado en un estudio que con un gesto tan simple como enviar un mensaje de texto (online o escrito) se puede aumentar la felicidad en un 25%.
  9. Vivir el presente: Una clave esencial en muchas filosofías como el budismo.
  10. Actividad social: Pasar tiempo con personas que apreciamos afecta de manera positiva al estado de ánimo. Además la interacción social es un refuerzo positivo en sí mismo.
  11. Rodearte de gente positiva: Hay estudios que demuestran que los estados mentales y anímicos se contagian, y la felicidad no es una excepción.
  12. Salir a la calle: Está demostrado que salir a la calle, especialmente los días soleados, es positivo para el cuerpo y la mente, ya que el sol fomenta la liberación de serotonina además de la producción de vitamina D.
  13. Meditar: La realización de prácticas como el mindfullness implican un cambio de actitud, una mejora del estado anímico y un estado de relajación física y mental.
  14. Cuida tu postura: Como parte de tu salud física algo tan simple como la postura que mantienes puede repercutir en tu estado anímico, y mantener una buena postura al caminar puede ser un factor beneficioso.
  15. Gústate: Algo que a veces puede resultar tan complicado es un gran incentivador para nuestro estado de ánimo. Verse bien por dentro y por fuera fomenta que sintamos mayor bienestar y felicidad.
  16. Estar activo y ocupado: Realizar actividad y sobre todo que alberguen un sentido vital son positivas y fundamentan un autoconcepto positivo de nosotros mismos.
  17. Disminuir las emociones negativas: Algo tan obvio y simple es necesario para mejorar nuestro afecto positivo. Aprender a afrontar el estrés y la ansiedad es una gran herramienta que fomenta el bienestar a corto y a largo plazo.
  18. No tener muchas expectativas ni aspiraciones: Esto puede ser relativo. Ser conciso y objetivo en nuestras metas puede mejorar nuestro foco atencional y dirigir nuestra atención y esfuerzos a conquistar la meta. Las aspiraciones a largo plazo pueden mermar nuestra voluntad, motivación y autoestima si no son realistas o son más de lo que podemos abarcar, por lo que es positivo marcarnos pequeños pasos y tener metas más pequeñas para poder alcanzar un objetivo mayor.
  19. Ser nosotros mismos: Elegir lo que hacemos y actuar de acuerdo a nuestros pensamientos y sentimientos.

Todos estos consejos y prácticas sin duda son útiles para el objetivo final que estamos tratando. Sin embargo, en toda la investigación que he realizado sobre las prácticas recomendables para mejorar nuestro estado de ánimo y aumentar el bienestar personal no encuentro en las innumerables listas un factor muy importante, tanto como cualquier otro. Este consejo número 20 sería: El contacto con el medio natural. Esta interacción puede ser muy variada. Hay estudios, muy abundantes recientemente, de todos los beneficios de convivir o interactuar con una mascota. Sin embargo, no se ha hecho excesivo hincapié de la necesidad humana de sumergirse en el medio natural.

| Beneficios de la naturaleza en el afecto positivo |

 

El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza proviene de que ésta no tiene opinión sobre nosotros. (Friedrich Nietzsche)

Para entender esta relación debemos retomarnos a nuestros orígenes como seres humanos, es decir, el principio como especie. Éste ha estado ligado al entorno natural como parte de nuestra evolución, por lo que vivir en naturaleza ha formado parte de nuestra naturaleza ancestral, desde nuestros orígenes nómadas hasta nuestra adaptación sedentaria. ¿Cuál ha sido entonces el eje vertebrador del cambio de adaptación de nuestra especie al medio que nos rodea? La separación del medio natural y su artifialización en la conversión del medio urbano.

Esta evidencia se respalda a través de diversas teorías:

  • Hipótesis de la Biofilia de Wilson (1984): Esta teoría explica que los efectos positivos que produce la exposición al medio natural son debidos a la larga evolución que hemos mantenido al ambiente natural como especie. Esto provoca que de forma innata tengamos una necesidad de afiliación hacia otros seres vivos. Esta afiliación cognitiva y conductual hacia la naturaleza predice beneficios psicológicos como el aumento de afecto positivo y disminución del negativo. Es decir, aumenta la sensación de bienestar subjetivo.
  • Teoría de Ulrich (1983): La exposición a la naturaleza produce efectos en el bienestar personal a través de la reducción de estrés. Exponerse a ambientes con agua, vegetación, vustas expansivas y otros elementos que para nuestros antepasados fueron determinantes para su supervivencia producen una respuesta autonómica inconsciente de nuestro sistema nervioso caracterizada por el descenso de la activación (arousal), disminución del afecto negativo y aumento del afecto positivo. Esta respuesta comprende una reducción de estrés físico y psicológico cuando observamos ambientes naturales. Ulrich demostró que nuestro cerebro segrega serotonina bajo este tipo de percepciones de estímulos naturales.
  • Teoría de la restauración de la atención de Kaplan (1995): Esta teoría se centra en el ritmo acelerado que provoca la vida urbana, que en sí misma impone un uso excesivo de las capacidades atencionales que acaba produciendo fatiga cognitiva. La vida urbana fomenta pues irritabilidad, afecto negativo y dificultades de concentración. Al contrario, la percepción de medios naturales no sobrecarga el procesamiento cognitivo ni atencional, sino que restaura estos recursos atencionales. Encontramos pues una preferencia ambiental innata: Se perciben más rápidamente las escenas visuales naturales que otras escenas ambientales urbanas. 

Estos beneficios se han destacado tanto en este campo de estudio como para demostrar que un simple estímulo natural como una planta o el canto de un pájaro, o incluso una visualización digitalizada de un paisaje es suficiente para tener estos efectos en nuestro organismo. Éstos se resumen en la relajación física, aumento de emociones negativas y disminución de las positivas.

El poder propio de la naturaleza en nuestra salud física y mental ha sido empleado desde la antigüedad hasta la actualidad. En Japón se ha desarrollado la conocida terapia del bosque o «Shinrin Yoku» basada en los retiros en naturaleza. La terapia que consiste en una serie de paseos por terrenos provistos de abundante naturaleza ha demostrado que la exposición a la naturaleza fortalece el sistema inmunitario del organismo: aumenta las células NK, inmunoglobulina A, células T y glóbulos blancos. Además, reduce el índice de hormona de cortisol y noradrenalina (agentes biológicos desencadenantes de la respuesta de estrés en el organismo), es decir, que tiene un efecto reductor del estrés.

Tenemos al alcance de nuestra mano una de las mejores herramientas para mejorar nuestro estado de ánimo. Por ello, me gustaría enfatizar la importancia de la naturaleza en nuestras vidas, porque estar en la naturaleza es la base de nuestra propia naturaleza, y ésta nos beneficia a nivel físico y mental. ¿Qué menos que aprovechar esos efectos y a su vez compensárselo cuidando y protegiendo nuestra gran madre «La Tierra»? Además, devolviéndole ese favor podemos atajar uno de las prácticas anteriormente comentadas. Ser altruístas y agradecidos no sólo tiene que ser con seres vivos hablantes y conscientes.

«Si realmente amas la naturaleza, encontrarás la belleza en todas partes.» (Vincent Van Gogh)


Amparo Luján Barrera
Biopsicóloga - Neurocientífica
Colaboradora del Centro de Psicología "Calma al Mar", Valencia
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One Comment to ¿Qué estamos olvidando en el camino hacia la felicidad?

  1. […] El fin de la educación es trabajar con alegría y hallar la felicidad. […]

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