Resiliencia

Recuerda siempre que eres más grande que tus circunstancias, eres más que cualquier cosa que te pueda ocurrir.

Anthony Robbins

 

Werner, realizó un prolongado estudio de epidemiología social en la isla de Kauai (Hawái), donde durante 32 años estudió el desarrollo de la vida de una cohorte de 500 personas aproximadamente, sometidas a condiciones de vida signadas por la pobreza extrema, quienes, por lo menos en un tercio de los casos, habrían sufrido situaciones de estrés, disolución del vínculo parental, alcoholismo, abuso, etc. A pesar de las situaciones de riesgo a las que estaban expuestos muchos niños, observó que lograban sobreponerse a las adversidades y construirse la posibilidad de un futuro… Al comienzo, esos niños fueron considerados «invulnerables», portadores de un temperamento especial, fruto quizá de condiciones genéticas especiales, dotados con una mejor capacidad cognitiva. Sin embargo, Werner señaló un hecho en la vida de estos sujetos que se daba sin excepción: todos habían gozado en su desarrollo del apoyo irrestricto de algún adulto significativo, familiar o no, sobre el que no parecía ejercer influencia determinante ningún detalle relativo a las características físicas e intelectuales del niño. El afecto, el amor recibido, estaba en la base de tales desarrollos exitosos. (Melillo, A.)

En este estudio se observó que, a pesar de haber estado expuestos a variables como pobreza, maltrato o adversidad psicosocial, un tercio habían llegado a ser adultos competentes y cuidadosos. Esto último se asoció a una mejor calidad en el cuidado durante la infancia, a mejores herramientas para afrontar problemas emocionales y académicos, y al establecimiento de un locus de control interno, que hace referencia a la atribución que realiza la persona acerca de que los eventos que ocurren (positivos o negativos) se deben a las acciones que él mismo realiza. (Franco, V.)

¿Se pueden englobar todas las características de este estudio en un único concepto?

 

El término resiliencia proviene de la palabra inglesa resilience o resiliency (Monroy y Palacios, 2011) pero su origen procede del verbo latino resilio (Castañeda y Guevara, 2012), que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. Originario del ámbito de la ingeniería, hace referencia a la cantidad de energía que puede devolver (rebotar) sin absorber, un material elástico. Michael Rutter en 1978 incorpora el concepto de resiliencia en el ámbito psicológico. Cuando hablamos de resiliencia nos referimos a la capacidad del ser humano para adaptarse, superarse y salir fortalecido de la adversidad (Franco, V. 2014)

No todos enfrentamos del mismo modo los contratiempos que se presentan en nuestra viva. Y si hay algo seguro en nuestra existencia es que todos estaremos sometidos, antes o después, a alguna adversidad. Éstas pueden ser de muy diversa índole; imprevistas: la muerte de un ser querido, un divorcio, la pérdida de un trabajo… o más persistentes: como algún problema de nacimiento o vivir en un entorno más desestructurado. La capacidad para afrontar todos estos contratiempos y adaptarnos lo mejor posible para seguir viviendo de una forma saludable se llama resiliencia. Pero ojo! ser resilientes no significa no sentir dolor, malestar o dificultad ante las adversidades. La resiliencia es la capacidad para adaptarse de una forma positiva a situaciones adversas; implica aprender de estas situaciones, gestionalas y seguir.

Este mecanismo de afrontamiento puede ser innato, pero también puede aprenderse y mejorarse. Aquí te presentamos algunas claves para mejorar tu resiliencia:

1. Practicar la introspección

Comprendernos a nosotros mismos, escucharnos, hablar con nuestra voz interior… desarrollar todas esas herramientas que nos ayuden a entendernos es algo básico.

2. Aceptar el cambio

Ser flexibles, adaptables y conscientes de que el mundo, así como nuestra vida, es un constante cambio. Las personas resilientes utilizan los cambios como una oportunidad para empezar y prosperar en nuevas direcciones y objetivos.

3. Nutrirse a uno mismo

Enfocarse en nuestro auto-cuidado, incluso cuando estamos pasando una mala época. No debemos olvidarnos de tomarnos un tiempo para nosotros; para las actividades que nos gustan, para escucharnos y cuidar nuestras necesidades. De este modo aumentaremos la capacidad de recuperación y estaremos mucho mejor preparados para afrontar los retos diarios.

4. Autorregulación emocional

Es necesario que sintamos las emociones negativas: la pena, la rabia el desconsuelo… es necesario llorar y desahogarnos. Vivir esa etapa nos ayudará luego a levantarnos y a estar lo suficientemente calmados para regular todas estas emociones negativas y seguir. Examínate, conoce tus emociones, acéptalas y guíalas hacia un proceso óptimo que te te haga más fuerte y te ayude a seguir con tu vida.

5. Motivación

¡Motívate! Ten objetivos, improvisa un plan B, lucha por todo lo que deseas  e  ilusionate. Sea cual sea la etapa de nuestra vida debemos tener, como mínimo, un plan y un objetivo por el cual vivir.

6. Locus de control

Es el grado en que una persona percibe el origen de eventos y de su propio comportamiento de manera interna (locus de control interno) o externa a él (locus de control externo). Percepcibir que las cosas ocurren principalmente debido a nuestra acciones, y no al azar, aumenta el esfuerzo y el control sobre nuestra propia vida.

7.   Desarrolla habilidades de resolución de problemas

Cada vez que te afrentes con un nuevo reto, realiza una lista con algunas posibles formas de solucionarlo, experimenta diferentes estrategias y enfócate en el desarrollo de una manera lógica para resolver problemas. Al practicar diferentes habilidades de resolución de problemas de forma regular, estaremos preparándonos para enfrentar posibles situaciones futuras.

8. Actitud positiva y auto-confianza

¿Eres de los que ve el vaso medio lleno, o medio vacío? Tener actitud positiva ante la vida es algo esencial.  Seguramente en ocasiones no es fácil, incluso demasiado difícil, pero si hay una forma de resolver los problemas es mirándolos desde la distancia y con positividad.

9.  Tolerancia a la frustración y a la incertidumbre

Tolerar la incertidumbre y la frutración a veces se convierte en todo un reto. Conseguir lidiar con ellas para que nos causen el menor malestar suele ser algo díficil, pero muy satisfactorio con el tiempo. La incertidumbre y la frutración siempre nos acompañarán, es un hecho, pero eres tú quien decide de que manera las gestionas. ¡Hazlo para crecer!

 

Y tú, ¿te atreves a practicar la resiliencia?

 

www.miconsulta.es

Eva María Rodríguez Vicente, psicóloga jurídico-forense, colaboradora del Centro de Psicología Calma al Mar, Valencia

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3 Comments to Resiliencia

  1. Francisco José Teijido López dice:

    Simplemente, gracias.

  2. Ana Pastor dice:

    Muy interesante este tema de psicología

  3. […] de un «cerebro feliz» a nivel cognitivo. La persona feliz mantendría mayores índices de resiliencia, de afrontamiento emocional a las circunstancias vitales difíciles, menor índice de burn out en […]

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