Tratamiento de los miedos y fobias infantiles en Valencia

Tener miedo durante la infancia ha sido un fenómeno universal a lo largo de todas las culturas y de todos los tiempos en la existencia de los seres humanos. El miedo tiene un papel fundamental en la supervivencia de nuestra especie. A través de las pequeñas sensaciones de miedo, nos preparamos y acostumbramos. Los miedos se van pasando conforme el niño va madurando.

Pero, en algunas personas, el miedo pasa a ser desadaptativo, se convierte en una fuente de gran sufrimiento para el niño y sus padres.

¿Cómo se distingue un miedo de una fobia?

Los miedos son racionales, se basan en una circunstancia clara cuyas consecuencias son peligrosas o dañinas para el individuo, pero en el caso de las fobias no es del todo así. Las fobias suscitan reacciones de miedo anticipatorias, es decir, se dan cuando la persona ni siquiera está delante del estímulo fóbico, es decir, de aquello que le provoca miedo, en muchas ocasiones simplemente por el hecho de pensar en lo que te da miedo, o por que sabes que te lo vas a encontrar. Además, las reacciones en las fobias son descompensadas al miedo real, y provocan una respuesta de miedo o escape que hace que el sujeto evite el estímulo fóbico, lo que hace que no se enfrente nunca a su miedo y este vaya en aumento.

Cabe aclarar que los miedos en la infancia suelen ser a personajes fruto de la imaginación, la televisión o los videojuegos, y que en la adolescencia los miedos que surgen son radicalmente diferentes.

Los adolescentes tienen miedo a las relaciones interpersonales, al rendimiento personal y académico que tienen, a sus logros deportivos. Decaen de forma llamativa los miedos al peligro, pues en esta etapa los jóvenes se prueban ante los demás como medio de autoafirmación ante sus iguales.

¿Cómo tratamos en consulta el miedo infantil y juvenil?

Debemos transmitir calma al niño o adolescente, pues siguiendo lo que sabemos acerca del modelado social, aquellos patrones de afrontamiento de conflictos que observe el niño en sus padres y adultos de referencia, será aquellos que interiorice. Si mostramos angustia o preocupación podemos aumentar la tensión que ya le provoca su situación.

Tampoco debemos forzar ni exponer al niño a aquellas situaciones que teme, sino hacerlo de forma muy lenta, paulatinamente, y siempre bajo su consentimiento. Hemos de crear una escala de situaciones en orden de miedo, y de esta forma y avanzando en la exposición. De esta forma el niño irá progresando. Los padres no deben dar importancia a los retrocesos, sino celebrar los avances.

En los casos que fuera necesario, introduciríamos la técnica de relajación que fuera más adecuada, también instruyendo a los padres en ella.

Cabe destacar que el tratamiento del miedo infantil debe ser liderado por un profesional de la psicología, cualificado para hacerlo, y conseguir resultados positivos, y que adaptará el tratamiento a la edad del niño y sus características.

También puede ser que nos encontremos ante trastornos más severos que alteran significativamente el funcionamiento del niño y además el de su entorno familiar. Esto siempre debe ser valorado por un profesional.