El Trastorno de Apego Reactivo

Solo el bebé que se sienta satisfecho y atendido eliminará el miedo y el estrés de su vida. Y será feliz.

El trastorno de apego reactivo es cuando el menor presenta un comportamiento inhibido, emocionalmente retraído hacia sus cuidadores adultos. Esto genera sentimientos de soledad, de ira, de sentirse diferente y  necesidad de control. Pueden llegar a experimentar depresión y ansiedad, o mostrarse agresivos por la apatía que experimentan. Realizan comportamientos que buscan la seguridad, como mostrarse cariñosos y abrazarse a extraños. Por el contrario pueden mostrar comportamientos como morder, arañarse, golpearse la cabeza, etc., que puede aumentar en momentos de estrés.

Este trastorno se manifiesta claramente por dos características específicas:

  • El niño pocas veces o raramente busca consuelo cuando se encuentra mal.
  • No se deja consolar.

Es significativo por ser una alteración social y emocional persistente con dos o más de los siguientes síntomas, y con una duración de 12 meses para poder ser diagnosticado:

  1. Reacción social y emocional mínima a los demás.
  2. Afecto positivo limitado.
  3. Episodios de irritabilidad, tristeza o miedo incluso cuando no hay interacciones amenazadoras con los cuidadores.

 

¿Por qué le pasa esto al niño?

Porque ha experimentado cuidado insuficiente y se manifiesta por una o más de estas características: 

  • Negligencia o carencia social. Falta persistente de tener cubiertas sus necesidades emocionales básicas para disponer de bienestar, estimulo y afecto por parte de sus cuidadores.
  • Cambios repetidos de cuidadores primarios que reducen la oportunidad de elaborar un apego estable.
  • Educación en contextos no habituales que reducen en gran manera la oportunidad de establecer un apego selectivo (como instituciones con un número elevado de niños por cuidador)
  • Perdida física de los padres.
  • Separación temporal por hospitalización, como bebes prematuros o problemas médicos de los padres en los primeros años de vida.
  • Sentimientos maternos de rechazo al feto.
  • Problemas neurológicos.
  • Exposición al alcohol y las drogas.

 

Los primeros 18 a 36 meses de vida son fundamentales, ya que el niño aprende que si tiene una necesidad, será cubierta. El hecho de ser cubierta hará que aumente la confianza en los demás. El contacto físico, mecerlo, sonreír, alimentarlo, cambiarlo, hablarle, el contacto ocular, no dejar que aumente su frustración si llora en la cuna, etc., van a hacer que se genere mayor apego. Un vinculo confiado es importante para el desarrollo de su personalidad futura y el desarrollo consciente. Es la base de las relaciones intimas.

El trastorno de vinculación reactiva puede ser arrastrada de por vida, pero con un buen diagnostico a tiempo y el correcto tratamiento, podemos llegar a conseguir que el menor desarrolle relaciones más sanas con sus figuras de apego principales, y con el resto.

 

 

TODO ESTA PERMITIDO MENOS INTERRUMPIR UNA MANIFESTACIÓN DE AMOR. Paulo Coelho.

Noelia Rodríguez Rosalén. Psicologa jurídica y périto forense.

noeliarosalen87@gmail.com

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