Cuando el duelo no tiene que ver con la muerte: los otros duelos que también duelen

Cuando escuchamos la palabra duelo, solemos pensar en la muerte de un ser querido. Sin embargo, el duelo es un proceso mucho más amplio y cotidiano de lo que imaginamos. No aparece únicamente cuando alguien muere; también surge cada vez que algo que era significativo para nosotros cambia, se rompe o deja de estar.

Muchas veces vivimos duelos silenciosos, invisibles, difíciles de explicar a los demás. Y como no encajan en la imagen tradicional del duelo, solemos minimizarlos, o incluso ignorarlos. Pero nuestro cuerpo y nuestras emociones no distinguen tanto entre un tipo de pérdida y otra.

 

Duelos que no se ven, pero se sienten

Existen pérdidas que no pasan por un funeral, pero que igualmente dejan un vacío. El final de una relación, un cambio de ciudad, dejar un trabajo, el cierre de una etapa importante o incluso desprenderse de una versión antigua de uno mismo… todo ello puede activar un proceso de duelo.

Cada cambio significativo nos obliga a adaptarnos a una nueva realidad. Y esa transición, aunque pueda ser hacia algo mejor, puede removernos profundamente. Es normal sentir confusión, nostalgia, miedo, alivio, tristeza o incluso enfado. Sentir un duelo no significa que hayas hecho algo mal; significa que algo importante en tu vida se ha ido.

 

El duelo como proceso de transformación

El duelo, incluso cuando no lo elegimos, nos transforma. A veces incomoda, otras abre espacio. Puede remover emociones que no esperábamos o cuestionar certezas que dábamos por sentadas. Sin embargo, en ese movimiento interno también hay una oportunidad: la posibilidad de entendernos mejor y de reconstruirnos desde un lugar más honesto.

No se trata de “superar” la pérdida como si fuera una meta, sino de aprender a convivir con ella, resignificarla y seguir adelante sin negar lo que sentimos en el camino.

 

Validar lo que no se ve

Los duelos invisibles tienen un desafío añadido: que muchas veces no cuentan con apoyo externo. Como no se consideran “grandes pérdidas”, quienes los viven pueden sentir vergüenza, incomprensión o la idea de que “no deberían sentirse así”.

Pero la verdad es que toda pérdida significativa merece ser atendida. Nombrarla ya es un acto de autocuidado. Hablar de ella, darle un espacio y permitirnos sentir sin juicio, también.

Tu experiencia es válida, incluso si otros no la entienden. Y buscar acompañamiento profesional cuando lo necesitas no es signo de debilidad, sino de responsabilidad emocional.

 

Acompañar el duelo invisible

Si sientes que estás transitando un duelo que no encaja en la narrativa tradicional, recuerda que no estás solo/a. Existen formas de acompañarte en este proceso sin apresurarte ni invalidarte:

  • Permitir tus emociones sin compararlas con las de otros.
  • Reconocer lo que has perdido, aunque sea intangible.
  • Cuidar tu energía y tus ritmos.
  • Hablar de lo que te ocurre con alguien de confianza o con un profesional.

El duelo, visible o invisible, es un camino que merece cuidado, paciencia y un espacio seguro para transitarlo. Recordarlo puede ayudarnos a vivir este proceso con mayor comprensión y menor exigencia.

 

Miguel Jiménez Ferri

Psicólogo colaborador del Centro de Psicología Calma Al Mar

psicólogo.migueljf@gmail.com

Instagram: @migueljimenez.psicologo

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