Lluvias y miedo: ¿por qué cancelaron el 9 de octubre?
La reciente cancelación de las celebraciones del 9 de octubre, día de nuestra Comunidad Valenciana, debido a la previsión de fuertes lluvias, ha rescatado un temor latente en la población, el trauma psicológico de las riadas ocurridas el 29 de octubre. Este evento meteorológico ha revivido los recuerdos de aquellos desastres pasados, generando una sensación de inseguridad y vulnerabilidad en la comunidad. Como psicólogo y que vivió personalmente la riada del pantano de Tous en 1982, puedo afirmar que estos fenómenos no solo alteran el entorno físico, sino que dejan huellas emocionales profundas que perduran a lo largo del tiempo.
Para muchos valencianos, la mera previsión de lluvias intensas se convierte en un recordatorio del miedo vivido durante las riadas, un miedo que se alimenta de la incertidumbre y la impotencia. La ansiedad anticipatoria, el miedo al colapso y la sensación de no poder controlar lo que está por venir generan un estado emocional constante de alerta. Esta respuesta emocional no solo afecta a quienes vivieron directamente las inundaciones, sino también a toda la comunidad, que experimenta un trauma colectivo compartido, conocido como trauma vicariante.
El impacto psicológico de estas experiencias se manifiesta en una serie de síntomas: insomnio, pensamientos intrusivos sobre el desastre, irritabilidad y una sensación generalizada de vulnerabilidad ante cualquier amenaza externa. Las lluvias, antes consideradas un fenómeno natural más, se han convertido en un factor de ansiedad y estrés, en especial para aquellos que aún cargan con los recuerdos de la devastación.
Sin embargo, dentro de este clima de miedo y ansiedad, también se observa una resiliencia silenciosa. La solidaridad y el apoyo emocional juegan un papel crucial en la superación del trauma. La comunidad valenciana, aunque marcada por las cicatrices de la catástrofe, ha demostrado una capacidad notable para reconstruir no solo los espacios físicos, sino también los vínculos emocionales.
La cancelación del 9 de octubre, aunque motivada por un fenómeno climático, refleja cómo el impacto emocional de las riadas sigue muy vivo en la conciencia colectiva. Es esencial que la comunidad reciba el apoyo emocional necesario para gestionar el miedo persistente y prevenir efectos psicológicos a largo plazo. La intervención psicológica, basada en terapias como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) y la Terapia de Exposición, es clave para restaurar el bienestar emocional y ayudar a las personas a integrar el trauma de forma saludable.
El trauma colectivo derivado de las riadas subraya la importancia de la preparación no solo ante desastres materiales, sino también ante las consecuencias psicológicas de estos eventos. La atención a la salud mental de la comunidad es esencial para permitirle recuperar la confianza, la seguridad y la capacidad de enfrentarse a futuros retos climáticos.
José Jaime Pascual Piqueres
Psicólogo colaborador en el Centro de Psicología Calma al Mar
Miembro de la Asociación Española de Psicología Sanitaria AEPSIS