Por qué damos mayor importancia a sucesos negativos

¿Alguna vez has sentido que un solo comentario negativo puede arruinar tu día, mientras que muchos elogios parecen pasar desapercibidos? No es que seas exagerado ni que tu mente esté “mal”; simplemente nuestra forma de pensar tiende a prestar más atención a lo negativo que a lo positivo. Es algo que nos pasa a todos, y de lo que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta. Lo que ocurre es que los hechos negativos nos impactan con más fuerza, generan emociones más intensas y, por eso, los recordamos con mayor claridad. Esto hace que, aunque haya muchas cosas buenas a nuestro alrededor, nuestra mente se quede enfocada en lo que nos preocupa o nos duele.

Además, nuestra memoria tiene una especie de “filtro” que guarda con más fuerza los errores y las dificultades que los momentos agradables. Esto puede ser útil para aprender de lo que no salió bien, pero también hace que muchas veces pasemos por alto lo positivo que sucede cada día. Los pequeños logros, las cosas bonitas que recibimos o las experiencias agradables pueden quedar en un segundo plano, mientras nuestra atención se centra en los problemas, los conflictos o las cosas que podrían salir mal.

En la vida cotidiana, esto puede hacer que nos sintamos más abrumados de lo necesario. Es normal que a veces parezca que los problemas ocupan más espacio que las alegrías, y que incluso situaciones que no representan un verdadero peligro nos hagan sentir tensión o preocupación. Aunque los desafíos que enfrentamos hoy son muy distintos a los que enfrentaban nuestros antepasados, nuestra mente sigue reaccionando de la misma manera: lo negativo llama más nuestra atención y nos deja una sensación más intensa.

La buena noticia es que podemos entrenarnos para equilibrar esta tendencia. Algunas prácticas de mindfulness, cómo por ejemplo la gratitud, nos ayuda a notar y valorar las pequeñas cosas buenas que ocurren cada día, aunque a veces pasen desapercibidas. Observar nuestros pensamientos sin juzgarlos nos permite tomar distancia de las emociones negativas y no quedarnos atrapados en ellas. Y, por supuesto, hablar con alguien de confianza o con un profesional puede darnos perspectiva, alivio y herramientas para manejar mejor esos momentos difíciles.

Que lo negativo nos afecte más es completamente normal. Pero eso no significa que tenga que dominar nuestra vida. Ser conscientes de esta tendencia y aprender a equilibrarla nos puede permitir disfrutar más de lo positivo, valorar nuestros logros y cuidar nuestra salud mental.

Si alguna vez sientes que lo negativo te abruma, recuerda que pedir ayuda no solo está bien, sino que puede marcar una gran diferencia. Cuidar tu mente es tan importante como cuidar tu cuerpo, y no tienes porqué estar solo/a en ello.

 

Miguel Jiménez Ferri

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