Disonancia Cognitiva: Cuando lo que Pensamos y Hacemos No Encaja

Todos hemos sentido esa pequeña incomodidad que surge cuando nuestras acciones no coinciden con lo que creemos o decimos. Tal vez te consideras una persona responsable, pero dejaste algo importante para después, o te preocupa tu salud y, aun así, comiste algo que sabes que no era lo mejor para ti. Esa sensación de “algo no encaja” tiene un nombre: disonancia cognitiva.

La disonancia cognitiva es la tensión mental que sentimos cuando existe un conflicto entre nuestras creencias, pensamientos o valores y nuestras acciones. No es peligrosa, sino más bien una señal de que algo en nuestro interior necesita alinearse. Es como si nuestra mente nos dijera: “Esto no coincide, hay que ajustar algo”. Imagina que siempre te has visto como una persona organizada, pero llegas tarde a una reunión importante porque procrastinaste. Ese choque entre tu autoimagen y tus actos puede generar incomodidad, culpa o ansiedad momentánea.

Cuando sentimos esta tensión, nuestro cerebro busca aliviarla de manera natural. A veces tratamos de justificar nuestras acciones para que parezcan aceptables; otras, cambiamos lo que pensamos para que coincida con lo que hicimos, o bien modificamos nuestro comportamiento para que nuestras acciones futuras estén más alineadas con nuestros valores. Estos mecanismos nos ayudan a sentirnos mejor, aunque no siempre implican un aprendizaje real si solo nos justificamos.

La disonancia cognitiva también puede ser un motor de crecimiento. Esa incomodidad nos invita a reflexionar, evaluar si nuestras acciones están alineadas con nuestros valores y tomar decisiones más conscientes. Nos motiva a ser honestos con nosotros mismos y a corregir hábitos que no nos benefician. Por ejemplo, alguien que valora la salud y se da cuenta de que está descuidando su alimentación puede sentir esa incomodidad como un impulso para mejorar su rutina diaria o planificar mejor sus comidas.

Sin embargo, no siempre esta tensión tiene un efecto positivo. Algunas veces puede generar confusión, paralizarnos o alejarnos de lo que realmente necesitamos. Si la sensación se vuelve constante o intensa, puede afectar nuestro bienestar emocional y generar estrés, ansiedad o frustración. Por eso es importante aprender a reconocerla y gestionarla de manera consciente. Observar cómo reaccionamos frente a estos choques internos nos da la oportunidad de actuar con mayor claridad y coherencia.

En ciertos casos, la incomodidad que provoca la disonancia cognitiva puede sentirse abrumadora. Buscar ayuda profesional, como un psicólogo o terapeuta, puede ser un recurso valioso. No se trata de debilidad, sino de cuidarnos y aprender a gestionar nuestras emociones de manera saludable. Hablar con un especialista nos permite entender los patrones de pensamiento y comportamiento que generan conflicto, encontrar estrategias para reducir la tensión interna y tomar decisiones más alineadas con lo que realmente valoramos.

Aceptar que esta incomodidad es normal y que todos la sentimos en algún momento nos ayuda a verla no como un problema, sino como una oportunidad de autoconocimiento y crecimiento. Escuchar esa voz interna y reflexionar sobre lo que nos dice nos permite vivir de manera más auténtica, consciente y equilibrada. La disonancia cognitiva nos recuerda que nuestros pensamientos, emociones y acciones no siempre coinciden, y que reconocer esta tensión es un paso importante para construir una vida más coherente y plena.

 

Miguel Jiménez Ferri

Instagram: @migueljimenez.psicologo

Psicólogo.migueljf@gmail.com

Comparte en: Facebookredditpinterestlinkedinmail

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *