La realidad sobre la buena suerte

Cuenta la historia que labrador tenía un caballo fuerte que utilizaba para cultivar sus campos. Era el único medio que tenía para tirar de su arado.

Un día, el caballo rompió el cerrojo de la puerta del establo y se escapó a las montañas.

Cuando los vecinos del labrador se enteraron, se acercaron para condolecerse de él. Al lamentar su desgracia, el labrador les replicó: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?

Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de yeguas salvajes.

Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte.

Él respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?».

Cuando el hijo del labrador intentó domar una de aquellas yeguas salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?».

Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo.

“¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?».

Psicólogo Fernando PenaFernando Pena

Psicólogo con consulta clínica privada y profesor de Psicología Clínica en el Instituto Europeo de Formación de Formadores. Director del Máster de Psicología Clínica de la AEPCCC en Valencia. Responsable del consultorio psicológico del periódico Las Provincias. Asesor de psicólogos sanitarios para la Agencia de Publicidad AMA.

E-mail: Fernando@cop.es
Twitter: @Psicoteca

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