“¡Mamá, déjame crecer!”

 

Quizá una de las experiencias más duras que puedes tener como madre en la relación con tu hijo/a es darte cuenta de que inconscientemente tiendes a condicionar su crecimiento personal.

Este artículo pretende abrir camino hacia la reflexión personal y ofrecer una mirada más profunda de lo que significa ser madre. Que te detengas un momento y comprendas cómo se tejen las relaciones madre – hijo/a y los peligros inherentes a ello.

«Enséñame, pero déjame hacerlo»

Con las mejores intenciones cuidas a tu hijo/a para que no le falte nada y para que no le pase nada, pero inconscientemente, mientras lo haces, estás creando unas condiciones que le mantienen dependiente de ti. Esto se ve en frase como: “esque es un despistado/a”, “los padres estamos para esto”, “ya aprenderá más tarde” “deja que mamá lo arregle”, “lo hago yo porque él/ella no sabe”, “quiero que a mi hijo no le falte de nada” (Capano y Ubach, 2013, García-Linares, de la Torre, de la Villa, Cerezo y Casanova, 2014).

¿Te suena?

Todas son buenas intenciones y no dudo que no te den satisfacción como madre. Pero estas actitudes fomentan el apego inseguro, la imposibilidad de controlar el comportamiento de tu hijo o que se vuelva un/a adolescente o adulto irresponsable y déspota (Síndrome de Emperador), (Oliva, Parra y Arranz, 2008).

Por esta razón, me gustaría que miraras a lo que ocurre en el fondo. En realidad, inconscientemente, le prestas una ayuda que le hará volver a pedírtela y así poder seguir siendo imprescindible para tu hijo/a (tu instinto materno), pero de manera sútil, detrás de esa intención de ayudar subyace el sentimiento de pérdida de tu papel como persona imprescindible, dado que su empoderamiento choca con el rol que quieres seguir teniendo como madre (Nerín, Nieto y de Dios Pérez, 2014). Ahora pon en una balanza estas dos consecuencias, el de perder tu rol imprescindible o el tener un/a hijo/a sobre el que hayas perdido el control y con el que no puedes colaborar de ninguna forma. ¿Cuál elegirías?

 “Que mi hijo no pase por lo que yo he pasado”

Seguramente habrás dicho o pensado esta frase alguna vez. Es muy buena intención, pero, con todo el cariño, este pensamiento es egoísta. Sencillamente porque no puedes conocer por lo que necesita pasar y porque lo que tiene que pasar forma parte del proceso de la vida y le pertenece a tu hijo/a y a lo que tiene que aprender.

Lo que sí puedes hacer es proporcionarle las herramientas que tú no hayas tenido. Esa sí es una sabia decisión. Y está en tus manos. Pero, intentar modificar el curso de la vida, atenuarle las caídas o cambiar las circunstancias con la buena intención de que “no sufra” no es sabio (García-Linares et al., 2014).

Intención vs. resultado

Es necesario entender que una cosa es la intención que tienes y otra el resultado que se obtiene. Todos tenemos buenas intenciones, pero si dan un resultado perjudicial, habremos de desecharlas y plantear otras nuevas. Entiendo que pueda ser difícil asimilarlo si antes no has hecho un examen de conciencia donde hayas sido honesta contigo misma. Quizá no te cuestionas tu honestidad porque se supone que viene con el hecho de ser mujer. Pero eso no quita que no tengamos deseos egoístas aunque sea con nuestro/as propio/as hijo/as. Y aunque lo estés negando, de alguna forma, en el fondo, estas palabras te resuenan.

Detente, por un momento y reflexiona de forma objetiva, cómo sueles actuar en la relación con tu hijo/a:

  • Cuando te pide ayuda con cualquier cosa, le enseñas a hacerlo solo/a o lo haces por él.
  • Cuando tienen que tomar una decisión, le permites que tome la decisión o tomas la decisión por él.
  • Cuando hace algo que tiene consecuencias, le dejas/enseñas a que asuma sus consecuencias o te encargas de arreglar el asunto (Oliva, Parra y Arranz, 2008).

En función de si le enseñas a hacer o si lo haces por él puedes darte cuenta de que inconscientemente le ayudas para que vuelva a pedirte la ayuda, y por consiguiente, a que siga acudiendo a ti. Esto provoca un daño bilateral: por una parte no permites que madure y realice su proyecto de vida y eso te perjudica a ti porque un/a hijo/a dependiente requiere muchísimos esfuerzos. Hay una línea muy fina entre ayuda y apoyo, entre tomar decisiones por el hijo y estar a su lado en sus decisiones.

En este proceso de autorreflexión sentirás la necesidad de renunciar a la frase “yo lo sé porque soy madre» y reconocer que puedes equivocarte en la educación de tu hijo/a a pesar de las buenas intenciones que hayas tenido. Cuando reconoces las cosas que tienes que cambiar como madre tienes más capacidad de conectar con tu hijo (García-Linares et al., 2014).

Recuerda, has dado vida a una persona para que realice su propio proyecto de vida y para que sea quién es. Por ello, el mayor esfuerzo que harás en la educación de tu hijo/a será el trabajo contigo misma para concienciarte y dejarlo crecer (Oliva, Parra y Arranz, 2008).

Permítele a tu hijo/a experimentar la vida tal y como es y asegúrate de darle las herramientas para hacerle frente confiando en que lo conseguirá. Porque lo hará.

 

Minodora Anusca

Mediadora Familiar

Colaboradora con el Centro de Psicología Calma al Mar, Valencia

Referencias:

Capano, Á., y Ubach, A. (2013). Estilos parentales, parentalidad positiva y formación de padres. Ciencias psicológicas7(1), 83-95.

Nerín, N. F., Nieto, M. Á. P., y de Dios Pérez, M. J. (2014). Relación entre los estilos de crianza parental y el desarrollo de ansiedad y conductas disruptivas en niños de 3 a 6 años. Revista de Psicología Clínica con niños y adolescentes1(2), 149-156.

Oliva, A., Parra, Á., y Arranz, E. (2008). Estilos relacionales parentales y ajuste adolescente. Infancia y aprendizaje31(1), 93-106.

García-Linares, M. C., de la Torre, M. J., de la Villa Carpio, M., Cerezo, M. T., y Casanova, P. F. (2014). Consistencia/Inconsistencia en los estilos educativos de padres y madres, y estrés cotidiano en la adolescencia. Revista de Psicodidáctica19(2).

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3 Comments to “¡Mamá, déjame crecer!”

  1. David dice:

    Mas que decir como se hace, los niños aprenden por imitacion…asi funcionan las neuronas espejo que tan estudiadas e investigadas estan desde las Neurociencias…Benjamin Franklin aun sin tener la tecnologia de las Resonancias Magneticas Funcionales que se usan hoy en dia para determinar las actividades cerebrales mediante neuroimagenes, ya habia entendido de lo que trataba una buena educacion: «Dime y lo olvido, enseñame y lo recuerdo, involucrame y lo aprendo» Hoy en dia los padres estan preocupadisimos porque sus hijos adquieran el habito de la lectura, y que hacen? Consiguen todo lo contario, porque entienden como unico metodo, la repeticion verbal de «Hijo mio tienes que leer» siendo una manera erronea de inducir a la lectura. Muy buen articulo, que incita e inspira a los padres que una buena educacion no comienza con la educacion de sus hijos, sino con la educacion de uno mismo…

    • Denka dice:

      Así es, ‘haz lo que te diga no lo que haga’ está extendido mundialmente entre padres y madres que desean enseñar a sus hij@s con las mejores de sus intenciones… y pasa que lo que dicen cae en saco roto… si quiero que me hij@ lea lo primero he de ponerme a leer, sentada en mi lugar favorito y disfrutando de este placer que es la lectura. Y ello se respira en el ambiente familiar, tanto que el pequeñ@ se sienta en un lugar para ponerse a leer como hace mamá y papá. Lo que hagamos desde la autenticidad y siendo consecuentes con lo que decimos y hacemos produce en ell@s estima, aprecio y ganas de hacer lo mismo!

  2. Denka dice:

    Wow, no deja de sorprenderme la forma en la que abordas temas actuales y peliagudos, donde el hilo conductor siempre es el bienestar del vástago, y por supuesto de los padres. Maravillosa lectura que nos ‘sacude’ de los vicios heredados y aprendidos tales como el apego por interés, lo que llamas dependencia involuntaria, pues abunda la creencia de que si el pequeño ya sabe hacerlo por si solo ya nos va a necesitar, cuando es totalmente lo contrario, nos necesitará en aquellos momentos en los que les hagamos falta y es donde hemos de estar.
    Más allá del apego y la dependencia, si durante la niñez y poco antes de la adolescencia no dejamos que ellos vayan creciendo y tomando decisiones con nuestro apoyo y supervisión, les estamos trasmitiendo que para lo que tengan que hacer en su vida como adultos nos necesitarán sí o sí, creándoles un sentimiento de pasividad e indecisión, y cuyos resultados son amargos. De hecho, resulta inquietante la falta de autonomía en adultos para averiguar o desenvolverse en cosas cotidianas…
    Agradecerte una vez más por el saber propiciador de reflexión, que insta al cambio, a la mejoría, a la superación… en efecto, la madre puede ocupar el lugar de muchos, pero cuyo lugar es irreemplazable, representa el amor y sacrificio eterno hacia su hij@, y no se debe confundir es con la ayuda permanente y la toma de decisiones que ahogue sus capacidades maravillosas de transformarse en la paloma libre deseosa de crecer, y crecer… y crecer en todos los ámbitos!

    Saludos!

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