¿Por qué te cuesta tanto decir “no”?
Decir “no” parece algo sencillo, pero para ti puede convertirse en una fuente de malestar, culpa o ansiedad. Tal vez sabes que necesitas poner un límite, pero cuando llega el momento, algo dentro de ti se bloquea y acabas diciendo “sí” aunque no quieras.
Esto no ocurre porque seas débil ni porque no sepas cuidarte. Ocurre porque, en algún momento de tu vida, aprendiste que decir “no” podía tener un coste emocional. Cuando dices “no” a algo que te desborda, te incomoda o no deseas, no estás rechazando a la otra persona. Poner límites es una forma básica de autocuidado emocional y una manera de relacionarte desde la honestidad.
Sin embargo, es posible que hayas asociado el límite con ideas como:
- “Si digo que no, me dejarán de querer”: cuando el miedo al rechazo está presente, priorizas mantener el vínculo aunque sea a costa de tu bienestar. El problema es que, a largo plazo, este patrón suele generar desgaste, resentimiento y desconexión contigo mismo.
- “Voy a generar un conflicto”: puede que evites decir “no” porque temes que la otra persona se enfade, se aleje o te rechace. En el fondo, quizá sientes que poner límites te hace menos valioso o menos digno de afecto.
- “Estoy siendo egoísta”: si aprendiste que para recibir afecto debías ser complaciente, es posible que tu respuesta automática sea decir “sí”. Tal vez te cuesta identificar qué quieres tú, porque estás más pendiente de lo que esperan de ti.Aquí, el límite no se vive como una opción, sino como una amenaza. Y cuanto más repites este patrón, más difícil te resulta salir de él.
- “No debería sentirme así”: es probable que sientas culpa incluso antes de poner el límite. Esta culpa suele aparecer cuando confundes responsabilidad con sacrificio, recuerda no eres responsable de cubrir todas las necesidades de los demás.
![]()
Estas creencias no aparecen de la nada. Se construyen a partir de tus experiencias, de los mensajes que recibiste y de cómo aprendiste a vincularte con los demás.
Entonces, ¿Qué puedes hacer?
Poner límites es un proceso, no un cambio radical de un día para otro. Puedes empezar poco a poco:
- Establece límites graduales.
- Usa mensajes breves y específicos.
- Acepta la incomodidad inicial, es normal sentirla.
- Recuerda que decir “no” no te hace egoísta, te hace honesto.
Los límites sanos no rompen vínculos, los ordenan. Trabajar esto en terapia puede ayudarte a construir relaciones más sanas y una relación más amable contigo mismo.
Psicólogo colaborador del Centro de Psicología Calma Al Mar.
Empar Porcar Mundo
Comparte en: