¿Para qué sirve la envidia y cómo podemos gestionarla?
La envidia es una emoción frecuentemente estigmatizada y malinterpretada en el contexto social y cultural. Sin embargo, desde una perspectiva psicológica, representa una señal emocional que puede ofrecernos información crucial sobre nuestros deseos y metas personales. En este artículo se explora la naturaleza de la envidia, sus causas, cuáles son los signos de que no se gestiona bien y estrategias para integrarla de forma constructiva en nuestro día a día.
¿Para qué sirve la envidia?
La envidia ha sido tradicionalmente considerada una emoción negativa, asociada a personalidades débiles y poco morales. Expresiones populares como «no seas envidioso» o «alégrate por los demás» refuerzan la idea de que sentir envidia es inaceptable.No obstante, esta perspectiva simplista ignora el potencial adaptativo de la envidia, que puede ayudarnos a mejorar el autoconocimiento y puede servirnos como motivación para conseguir el cambio.
La envidia nos dice «mira a ver qué tiene esta persona porque quizá eso es lo que quieres para ti«, es una respuesta emocional ante la percepción de que otra persona posee algo deseado. Por lo que nos sirve de indicador de aspiraciones insatisfechas. Lejos de ser destructiva, su función es señalar áreas de insatisfacción personal, promover la reflexión y el desarrollo personal.
Es normal que no sepamos gestionar la envidia, debido a la estigmatización que se le ha impuesto, ha sido una emoción rechazada y ocultada. No obstante, la mala gestión y no atenderla puede acarrear problemas de identidad, ansiedad, conflictos interpersonales y bajo crecimiento personal. Además, la envidia mal gestionada puede contribuir a la aparición de trastornos psicológicos, como la depresión o la ansiedad social.
Asimismo, hay otras causas que pueden intensificar y empeorar los sentimientos de envidia, como son:
- Baja autoestima: dificultad para valorar las propias capacidades. Las persona con autoconcepto frágil son más propensas a sentir envidia porque perciben sus logros como insuficientes en comparación con los demás.
- Sentimiento de rechazo: comparación constante con ideales externos, lo que genera la sensación de no ser suficiente.
- Atribución externa de éxitos ajenos: minimizar el esfuerzo de otros y atribuir sus logros a factores como la suerte o el favoritismo.
- Exceso de autocrítica: metas poco realistas sobre cómo «deberías» ser, que generan frustración y sentimientos de fracaso.
- Prejuicios y creencias limitantes: rigidez cognitiva sobre el éxito y cómo debería alcanzarse.
- Miedos y limitaciones personales: falta de afrontamiento de tus propias inseguridades y resistencia al cambio, que puede hacer que te quedes estancado en lugar de buscar formas de afrontarlo.
¿Cómo saber si estamos gestionando mal la envidia?
A continuación te dejo un listado con algunas características:
- Sientes una especie de odio hacia la persona por la que sientes envidia.
- Criticas mucho a la persona por la que sientes envidia.
- Le das vueltas a lo que injusto de que esa persona tenga eso que quieres.
- Tienes sensaciones desagradables e incómodas y no sabes por qué.
- Cuando te cuentan algo bueno tiendes a minimizarlo y cambiar la conversación hacia lo desgraciado/a que eres, de forma inconsciente.
- No sabes cómo alegrarte por los éxitos de tu gente cercana.
- Que los demás hayan conseguido cosas sólo te recuerda que tú no lo tienes y eso te enfurece.
Estrategias para Gestionar la Envidia:
Lo primero es entender que es una emoción válida, y como el resto de emociones, no es eterna, sino que fluye, viene y va. No existe una envidia buena o mala, todas las envidias son buenas, lo que sí que existe es una envidia bien o mal gestionada.
- Reconocimiento emocional: identifica la envidia sin juzgarte. Acepta la emoción como una parte natural de la experiencia humana.
- Análisis reflexivo: pregúntate qué necesidad o deseo ha activado esa emoción. ¿Qué te está diciendo la envidia? ¿Realmente deseo lo que tiene la otra persona o es una percepción distorsionada?
- Toma de decisiones consciente: determina si ese anhelo es relevante para ti mismo y actúa en consecuencia. Si quiero conseguir determinado cambio, es necesario movilizarse.
- Evitar comparaciones: focalízate en el propio recorrido vital y en los logros personales. En muchas ocasiones la envidia crea tanto malestar porque ponemos a la otra persona por encima de nosotros mismos, nos centramos en lo que el otro tiene y dejamos de lado resolver el problema que tenemos nosotros mismos. Además, cada persona tiene una situación diferente, sus momentos, sus oportunidades… Cada uno tiene unas cartas diferentes para afrontar el juego de la vida.
- Práctica de la gratitud: valora tus logros y lo que tienes, identifica tus recursos y habilidades personales.
- Compasión y autoaceptación: trátate con amabilidad y evita la autocrítica destructiva.
- Identifica tus valores personales: define y sé consciente de qué es lo que te llena y de qué metas propias tienes, no te dejes influenciar por por los otros. Trabaja par ti y no para los demás.
- Desarrolla la empatía: reconocer los esfuerzos y desafíos ajenos, lo que te ayudará a humanizar los logros de otros. No sabes todo lo que la otra persona ha hecho para llegar donde está ahora.
- Limita la exposición a las redes sociales: evita la idealización de vidas ajenas y recuerda que lo que se muestra en estas plataformas suele ser una versión editada de la realidad.
¿Cómo saber si estamos gestionando bien la envidia?
- No intentas controlarla.
- No intentas evitarla ni suprimirla.
- Aceptas la emoción y las sensaciones asociadas, identificando cómo se manifiestan en tu cuerpo.
- Reflexionas sobre su origen y significado, entendiendo el mensaje que trae consigo.
- No te criticas por sentirla, reconoces que es una emoción universal.
- No asumes que el hecho de sentirla dice algo de ti.
- Transformas la emoción en motivación para alcanzar metas personales.
- Puedes alegrarte genuinamente por los logros ajenos sin que ello disminuya tu autoestima.
En conclusión, reconceptualizar la envidia como una emoción natural y beneficiosa nos permite desestigmatizar su vivencia y fomenta un manejo emocional más saludable. La envidia, bien comprendida y gestionada, puede ser una aliada en el proceso de crecimiento personal y desarrollo de la inteligencia emocional. Es esencial comprender que la envidia no define nuestro valor como personas, sino que refleja nuestras aspiraciones y necesidades insatisfechas.
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