Hablarle a los niños de la muerte

Puede haber sucedido en alguna ocasión que te hayas visto en la tesitura de tener que explicarle a un niño la muerte de un ser querido o alguien que conozcas ha podido tener que verse en esta situación alguna vez. 

 

Se tiende a pensar qué a veces es mejor mentirles a los niños, alejarles de la muerte… Quizás porque hay un temor a que no puedan entender o superar lo que sucede, qué sea demasiado doloroso para ellos o en un intento por protegerlos… Entonces ¿les hablo de la muerte o no? 

 

El pensamiento en relación a la muerte cambia y evoluciona con la edad, con lo cual tendrás que adaptarte al momento en el que esté el niño para hablarle adecuadamente de la muerte, así como sus experiencias personales que pueden hacer que su concepto de muerte haya cambiado antes de lo previsto.

 

Normalmente, y siguiendo a Zañartu, Krämer y Wietstruck (2008), entre los tres y los siete años tiene cabida la idea de muerte, aunque no como nosotros la entendemos, sino como un proceso de carácter reversible o incluso mágico. Entre los siete y doce años, la idea de muerte parece evolucionar y comienza a ser similar a la de la adultez, entendiendo la muerte como un proceso universal, que no es reversible, aunque aún no entiende del todo lo permanente y absoluto de la muerte, pues el pensamiento abstracto aún no esta presente. Será a los doce años de edad cuando el concepto de muerte adquiere su verdadera forma y en la adolescencia se producirán preguntas y planteamientos relativos incluso a la propia muerte.

 

De Hoyos López (2015) afirma que los progenitores muestran un recelo a hablar sobre un tema tan delicado como es la muerte, a pesar de que es algo que a todos nos llega y no nos es ajeno… “Lo deseable es que se aborde este tema en casa con naturalidad y anticipadamente, para no esperar al momento crítico. Y es indiscutible que debe ser tarea y responsabilidad de los padres para con los hijos el adecuado manejo, en el ámbito familiar, de un acontecimiento tan íntimo como representa una pérdida”. En un intento de proteger a los niños del dolor de la pérdida, no les damos la oportunidad de expresar sus emociones, sentimientos y de compartir el dolor con su familia. 

 

Algún caso conocerás de alguien que ha dicho a alguna criatura que el familiar está en el cielo o que se fue de viaje, lo que hace que los niños se frustren y enfaden (p.e. si un niño cree que su abuelo se fue de viaje cuando realmente ha fallecido, podría sentirse dolido porque ha decidido irse para no volver nunca). De la misma forma, incluirlos en rituales como los funerales es importante, dado que es un ritual importante para la familia, donde se reúnen la familia y otras personas para recordar al fallecido, acompañar en él dolor y la pérdida, darle sentido a la vida de quien ya no está y compartir con otros la pena, la aflicción y la esperanza (Kübler-Ross, 2014).

 

 

Alejar a los niños de la muerte y protegerlos de lo inevitable no es una buena opción, pues tienen la necesidad de expresar su dolor, de formar parte de ese duelo, de compartirlo con los otros y dar sentido a la partida de aquellos seres queridos que ellos también pierden, entendiendo que la muerte es inevitable, universal… Incluso a veces, llega antes de tiempo. 

 

“La muerte requiere de un aprendizaje que se debe desarrollar a lo largo de toda la vida, ya que ella no entiende de edades ni de discriminaciones, tampoco respeta etapa alguna del ciclo vital, aunque en la sociedad actual hemos interiorizado que solo es pertinente en la vejez” (Cantero, 2013).

 

Y tú ¿Qué opinas? ¿Le hablas a los niños de la muerte?

 

 

Bibliografía 

Cantero García, M.F. (2013) La educación para la muerte: un reto formativo para la sociedad actual. Psicogente, 16(30), 424-438. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/4975/497552364014.pdf

De Hoyos López, M.C. (2015) ¿Entendemos los adultos el duelo de los niños? Acta Pediátrica Española, 73(2), 27-32. Recuperado de http://www.actapediatrica.com/images/pdf/Volumen-73—Numero-2—Febrero-2015.pdf#page=7

Kübler-Ross, E.(2014) Los niños y la muerte. Luciérnaga. Recuperado de https://clea.edu.mx/biblioteca/Kubler%20Ros%20Elisabeth%20-%20Los%20Ninos%20Y%20La%20Muerte.pdf

Zañartu, C.; Krämer, C.; Wietstruck, M.A. (2008) La muerte y los niños. Revista chilena de pediatría, 79(4), 393-397. Recuperado de https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0370-41062008000400007&script=sci_arttext 

 

Elena Amiano Pardo

Psicóloga 

Colaboradora del Centro de Psicología Calma al Mar, Valencia

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